¿Fracaso? Sí, por qué no.


 


Soy de los que prefieren llamarle a lo sucedido con nuestro incipiente proyecto de Sociedad Civil y Democracia, el pasado 21-O, lo que ha sido: un fracaso.

Cuando pretendíamos llevar la voz de la sociedad civil al Parlamento Gallego, no lo hemos conseguido. Eso, según el DRAE, en su primera acepción –1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.–, es la definición de fracaso.

Como no soy político, ni quiero parecerme a ellos, tengo el más exquisito respeto por el verdadero significado de las palabras. Y esa es la lectura que hago, fracaso, de unos hechos que no se corresponden con el esfuerzo, la ilusión y el entusiasmo de cientos de amigos gallegos que encabezados por Mario Conde y Daniel Movilla, hubieran merecido mejor suerte.

Pero los hechos son los que son y, aunque se volcaron en difundir en escasos 15 días y desde una estructura inexistente, el mensaje de que la sociedad civil, consciente de su soberanía, debe dar un puñetazo en la mesa y exclamando ¡Basta ya!, plantarse ante una casta política que, lejos de esmerarse en administrar eficaz y honestamente los recursos comunes de la ciudadanía, se ha aplicado –y con qué ahínco– en apoderarse de ellos para su disfrute personal y el de sus allegados, sean familiares, correligionarios o simples aplaudidores, no fue suficiente para que las ventanas se abrieran dejando pasar aires renovadores y frescos en las mentes de muchos gallegos.

En cualquier caso no ha sido un fracaso de los amigos de SCD de Galicia -impagable su esfuerzo–, ha sido un fracaso de todos los que estamos en el proyecto y de toda la sociedad civil española, por extensión.

¿Derrotista? ¡Para nada! Volvamos al principio:

fracaso.
1. m. "Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio."

¿Acaso no existe proyectos, finalmente exitoso, que hayan comenzado con uno o varios fracasos, o que no los hayan tenido a lo largo de su desarrollo?

Cierto que muchos meapilas y envidiosos estaban rezando para que la acepción aplicable a nuestro fracaso, fuera alguna de las otras:

2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.
3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.


Pero lamento comunicarles,a esos que nos quieren enterrar, que ni esto es un funeral, ni nos hemos roto. ¡Qué poco conocen de la mayoría de los que empujamos, y seguiremos empujando, este proyecto! 



Todo lo más, será un buen momento para que se descuelguen los que pudieron venir "a pillar", los que pensando que SCD era más de lo mismo, un partido más, erraron en su elección. El resto seguiremos porque estamos en esta "aventura", como la llaman algunos que ya tuvieron la suya y fueron incapaces de levantar la cabeza tras su primer fracaso, no por oportunismo –que quizás esa fuera la razón de su fallo–, sino por convicción personal de que éste es el camino a seguir. Y mientras tengamos fuerzas, y podamos impedir que alguien se apropie de él y lo desvirtúe, seguiremos aquí.

Ahora toca, relajar los nervios y las emociones para concentrarnos en examinar fríamente los hechos, reflexionar sobre las decisiones tomadas, detectar los fallos cometidos, buscar las alternativas posibles, seleccionar las más idóneas, aprender de todo ello, tomar las decisiones correctas, apretar los dientes y levantarse para reemprender la marcha. Desde luego generar una estructura sólida, eficaz y capaz de iniciar una rápida expansión entre la sociedad civil, debe ser prioritario.

Tiempo tenemos, aunque debemos acelerar la marcha si no queremos quedarnos sin una España a la que renovar y dotar de una democracia suficiente, participativa y satisfactoria para la sociedad civil, antes de que las diversas facciones políticas y su orgía de privilegios y endogamia, acaben con ella.

Afrontar cualquier proyecto con unas razonables garantías de éxito, exige dos condiciones sine qua non: creer en él y partir de unos sólidos principios, pero nuestras castas expoliadoras, centradas exclusivamente en salvaguardar sus privilegios, subvenciones y poderes, no disponen de sitio para ellas, ni para un proyecto viable para España. Si alguien puede darle la vuelta a este desiderátum, sólo nos queda la sociedad civil para lograrlo, y


¡Lo vamos a hacer!


Para concluir esta reflexión, no estarían de más unos versos de M. Hernández, extraídos de "Vientos del Pueblo" para aportar algo de emoción:

 ... ... ...

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
con su clamorosa zarpa.

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
… … ...

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