Sentido Común y Demócrata, SCD.
La
movida organizada en Madrid por la privatización de la gestión –si
únicamente fuera ésta– de la Sanidad Pública, me lleva a
desempolvar unas reflexiones que hice hace algún tiempo al respecto,
y que paso a revisar.
A
partir de hoy hago firme propósito de no definirme nunca más como
socialdemócrata, liberal o conservador, ni mucho menos con ningunos
de sus "-ismos" , que lo poco que he sacado de analizarlos,
es que tan funestos son unos, como otros. No tendré ningún problema
en reconocer que determinada solución que considere apropiada para
un problema concreto, será más liberal o más socialdemócrata.
Pero de ahí, no paso.
Por
eso estoy aquí, en Sociedad
Civil y Democracia.
Porque he comprendido que alejado de esas "militancias
ideológicas a “machamartillo”,con la fe del converso, es donde
he encontrado respuestas razonables, y viables, a los problemas que
nos acosan.
Así
que paso a definirme como como un ciudadano con Sentido
Común y Demócrata,
SCD,
o, lo que es los mismo, un afiliado a Sociedad
Civil y Democracia.
Y
es aplicando ese Sentido
Común Demócrata,
al problema que la sostenibilidad de la Sanidad Pública, nos
plantea, por lo que me he acercado al problema sin posicionamientos
preconcebidos. Creo que hay servicios cuya universalidad y garantía
deben quedar en manos del Estado, sin que esto suponga un
impedimento para la iniciativa paralela de una opción privada, salvo
en Política Exterior y Fuerzas Armadas. Del resto, Sanidad,
Educación y otras, he dicho que debe quedar en manos del Estado su
garantía y universalidad, que no necesariamente su gestión o
concertación.
Lo
he dicho muchas veces, a mí no me asusta la privatización, si es
para mantener la calidad de los servicios privatizados y mejorar sus
costes. La clave no está en que la Sanidad sea pública o privada,
sino en que la gestión que se realice de ella, sea buena en vez de
mala.
Y
si la gestión es buena –alejada de amiguismo y politización
alguna–, seguro que la pública, sería la mejor opción al evitar
la partida de los lógicos beneficios de la empresa que la gestione.
Pero
esto no ocurre. Tampoco nos mintamos, con la gestión privada, la
cosa no está para tirar cohetes. Ahí la denuncia de que en el
Hospital de Guadalajara –gestionado por Capio Sanidad– una
resonancia magnética haya pasado de una lista de espera de 18 DÍAS,
a los 250 días.
¿Es esto una buena gestión?
Las
preguntas son:
¿Es
posible una gestión pública profesional sin que los políticos
metan sus manos?
¿Es
posible que esa gestión pública esté acompañada por una
optimización de sus resultados con unos costes sostenibles?
¿Es
posible una gestión privada que no esté viciada desde el principio
por el clientelismo y el nepotismo?
¿Es
posible que el margen de beneficios se alcance desde otros capítulos
que no sean el salario de unos profesionales que se concluirían por
marcharse al extranjero donde son pagados mucho mejor?
Dando
por sentado que lo realizado por el PSOE
ha resultado en un expolio aún mayor de lo público, es en este
punto, en el que deseo hacer hincapié en las peculiaridades, o
extremas casualidades que concurren en estas privatizaciones
abordadas por las administraciones en manos del PP.
Se va perfilando claramente Capio
Sanidad,
como adjudicataria de la mayoría de esas privatizaciones, a las que
habrá que añadir el hoy en boca de casi todos los madrileños
–pperos a la gresca incluidos–, Hospital de la Princesa.
Resulta
que al analizar el staff directivo de Capio
Sanidad,
directa o indirectamente, aparecen una serie de viejos conocidos de la
política de derecha española, no sólo de la depredación por la
izquierda, vive España:
Rodrigo
(de) Rato y Figuaredo:
accionista de Capio
Sanidad.
Fue exvicepresidente segundo del gobierno y exministro de Economía,
expresidente del FMI y expresidente de Bankia.
Ignacio
López del Hierro:
aunque es difícil determinar su responsabilidad real, figura como
gestor de hospitales en Capio
Sanidad,
según varias fuentes. Marido de Mª
Dolores de Cospedal,
fue gobernador civil en Toledo y al poco en Sevilla. Muy vinculado al
mundo inmobiliario es el clásico caso del multiconsejero
(multisueldo en Metrovacesa, Bami, Amper, Thesan Capital, etc.). En
la actualidad, tras un fallido intento de su consorte por "colocarlo"
en el Consejo de Red Eléctrica Española, sí han conseguido auparlo
al Consejo de Administración de Iberdrola Ingeniería y
Construcción. Pero su gestión más sonada la realizó como
vicepresidente del Consejo de Administración de Caja
Castilla-La Mancha.
José
Ignacio Echániz Salgado:
éste aparece de forma indirecta, ya que es su hermana, Teresa Echániz Salgado,
la subdirectora de investigación de Capio
Sanidad.
Lo curioso es que Echániz,
es el único con conocimientos médicos y amplia experiencia en
Sanidad como consejero del ramo, primero en la Comunidad de Madrid y,
actualmente, en Castilla la Mancha.
De
Rato,
tengo que decir que no lo considero el principal responsable del
fiasco –o lo que haya sido– de Caja
Madrid
que llegó muy tocada bajo su línea de flotación a Bankia.
Para esta responsabilidad, habría que hablar de Miguel
Blesa,
pero de este personaje, hoy no toca. Sí es responsable Rato,
de los ocurrido con la salida de Bankia
a Bolsa, el posterior escándalo y las cifras "retocadas"
que muchos de los perjudicados nombran directamente como falsedad,
engaño o algo mucho peor.
De
López
del Hierro,
me circunscribiré a su "ceguera sobrevenida" ante todo lo
que pasaba en CMM
y que en mi opinión, no puede esgrimir para salvar su imagen
profesional como gestor.
Pues
bien, Madrid, Castilla la Mancha, Extremadura y, se habla de que en
el futuro, también Valencia, todas ellas gobernadas por el
PP,
ponen parte de su Sanidad Pública en manos de una empresa privada
gestionada por estos dos hombres, Rato
y López
del Hierro,
"acreditados gestores" por sus respectivas acciones de
apuntillamiento en dos grandes cajas de ahorros españolas,
fallecidas en acto de servicio a los políticos, oligarcas y
especuladores de turno.
¿Son
estas las privatizaciones que van a salvar la Sanidad Pública en
España?
Habrá
que pensar que con estas empresas privadas, tendremos que echar mano
de Carlos
Jesús "el Raticulín".
Finalizo
volviendo a lo dicho más arriba: "no
me asusta la privatización, si es para mantener la calidad de los
servicios privatizados y mejorar sus costes. La clave no está en que
la Sanidad sea pública o privada, sino en que la gestión que se
realice de ella, sea buena en vez de mala."
Seguro
que existen funcionarios profesionales e independientes capaces de
realizar una gestión pública eficaz, pero no están dispuesto a
firmar lo que su superior político le ponga por delante, sin más.
No olvidemos que el funcionario tiene responsabilidad penal. Seguro
que también los hay que dejan hacer.
Pero
qué decir de las empresas privadas, todos conocemos los resultados
reales de muchas y escandalosas auditorías de famosas
multinacionales, maquillando los balances de otras empresas
financieras que, al poco, han resultado en quiebra práctica.
¿Mi
conclusión? Ni lo público es perverso per
se, ni
lo privado, por serlo, es excelencia pura. Quizás el error, de una
parte es confundir "público" con "político", y
de otra, que lo privado esté contaminado en sus orígenes por lo
político. En
definitiva, cuanto menos intervengan los políticos, mucho mejor para
todos.
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