¿Laissez faire? No, gracias.
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La famosa frase "Laissez faire et laissez passer, le monde va
de lui même" (Dejad hacer, dejad pasar, el mundo va
solo), tan querida por algunos, ha demostrado que, al menos en política,
está muy lejos de ser operativa.
Es más, en mi opinión, la actitud preconizada con dicha frase es de las
más perniciosas y destructivas que se pueden adoptar en política, siendo
el refugio del mediocre gobernante que hemos sufrido en los últimos
años y que, con el recién llegado, no parece que nos vayamos a liberar
de padecer padeciendo sus efectos por varios años más.
Durante más de treinta años (Felipe González
y José Mª Aznar incluidos), nuestros sucesivos gobiernos centrales
no han hecho otra cosa que "laissez faire" a otros, eludiendo su propia responsabilidad
de gobierno, sin el menor intento de poner coto a la creciente deslealtad
con la que esos otros –primero los nacionalistas y después prácticamente
todos los reyezuelos de taifas surgidos de una alucinante concepción del Estado– actuaban en la mayoría de las áreas
de competencias.
El buenismo y la estupidez dolosa que conlleva ese "laissez faire" político, del que no se libran ningunos de los dos partidos con capacidad de gobernar, nos ha arrastrado, entre otras muchas, a la situación actual de adoctrinamiento sectario, como mínimo, de un par de generaciones de nuestro jóvenes, allá donde los caciques y sus comisarios políticos, no han tenido el menor pudor de inyectarles a criaturas indefensas, una delirante y ficticia historia, junto con un odio visceral a todo lo que huela a España, colocándonos en una situación que creo rebasa el punto de no retorno, salvo por una tajante acción, ahora ya traumática sin duda, de la considero incapaz a Mariano Rajoy.
Haber obtenido la mayoría suficiente para formar
gobierno, máxime si se dispone de una holgada mayoría absoluta, implica
gobernar, tomar decisiones y no refugiarse tras el cobarde "laissez faire". que tan solo consigue hundirnos más en el desmembramiento de una gran Nación.
Hasta un asesino como Otegui, se permite arengar
a los suyos con un "El Estado español está débil, es una oportunidad
para el independentismo vasco". Debilidad más que evidente, acrecentada
por la pusilánime y mezquina incapacidad de Mariano Rajoy para hacer
cumplir sentencias y leyes a los desleales nacionalistas, mientras impone
sacrificios y pobreza, sin ningún resultado positivo visible, a la sociedad
española e indulta, por contra, a políticos corruptos y banqueros
delincuentes. Y luego se lamentan de la desafección de la sociedad
civil por los políticos.
Pero no nos olvidemos de que nosotros, como sociedad
indolente, somos también responsables por no enfrentarnos a la casta
política que nos ha traído hasta aquí. En nuestras manos están los
escasos legítimos recursos de la presión en los medios, en las redes
sociales y en las calles, echándoles en cara su ineficacia, su corrupción
y sus incumplimientos. Y Sociedad Civil y Democracia, es la herramienta que, en manos de la ciudadanía responsable y disconforme con ello, puede conseguirlo.
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