¿"Consenso" o "Sinsenso"?






¿Es el "consenso" un axioma democrático?

    axioma.
    (Del lat. axiōma, y este del gr. ἀξίωμα).
    1. m. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.
    2. m. Mat. Cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una

    teoría. (DRAE)

En su primera acepción, se esconden aquellos que, a fuerza de repetirlo con contumaz reiteración, pretenden colarnos de forma unívoca, que o abrimos nuestras "tragaderas", o no hay democracia.

En la segunda, más de lo mismo. Porque, aunque indemostrables, autoriza a sus fervientes a menospreciar y "señalar" a aquellos que cuestionan el falaz axioma "consenso", por su real indemostrabilidad y crea la fantasía de desvirtuar los argumentos de los que muestran su total desacuerdo –el de una gran mayoría– con él.

Lo malo es que por ese martilleo, no sin el añadido oportuno de una gran carga emocional, muchas personas, tanto entre los directamente implicados y motivados, o ganados por el martilleo, como entre los que lo están de forma periférica –sufridores todos–, poco a poco caen en la falacia y van asumiendo la inevitabilidad y bondad del falaz axioma "consenso". Trágico el efecto de este martilleo sobre personas que, no hace tanto, se enfrentaban con esa diarrea mental del nacionalismo, sin que les faltaran sólidos argumentos.




Pues no, no es un axioma, y mucho menos un axioma democrático. Por ello, los españoles le dimos una suficiente mayoría absoluta a este maldito individuo que sin ser liberal –tampoco lo esperábamos– ha ido apoderándose de lo peor de cada casa y practica la estrategia del laisse faire, transformando la palabra política, con su exasperante dolce far niente, en un pudridero en el que no se permite el menor movimiento del agua que aporte el necesario oxígeno para evitar su fetidez.

Y hablo de fetidez porque desde los que nos exigen ese consenso, no paran. Paso tras paso, van aposentándose en nuevas "verdades" que, una vez controladas y sin respuesta proporcional del Gobierno Central, ya no tienen, según ellos, vuelta atrás.

Una mayoría absoluta es en sí, el consenso. El consenso
de una gran mayoría de españoles en dar la confianza al PP para que se gobierne y pare definitivamente la sinrazón nacionalista. Obviamente, erramos al elegir; Mariano Rajoy, no es el político que necesita España para solucionar las crisis económicas, social y autonómica. Le teníamos tantas ganas a Zapatero, que no reparamos en que este otro inane, era más de lo mismo


El trágalas que pretenden imponer los nacionalistas, jamás puede ser un consenso, pues una pretensión de este cariz, no es otra cosa que una imposición, fruto de la claudicación, a un ejército derrotado. Una rendición sin condiciones. Inaceptable de todo punto y que sólo merece una reacción de en sentido contrario, con la misma intensidad.
Ya existe un consenso, el democrático; la mayoría absoluta suficiente para cerrar la locura nacionalista con los necesarios cambios constitucionales. Pero, debe ser verdad que España no tiene políticos dispuestos a gobernar renunciando a rodearse de privilegios, poniendo en su punto de mira exclusivamente las legítimas aspiraciones de la sociedad española. Así nos irá.




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