Taxonomía del afiliado a cualquier formación política.
Este es un texto que se publicó creo que hará unos 4 años en un blog, cuyo nombre no recuerdo,
y que copié y salvé en mi disco duro. Lamentablemente, debe haber desaparecido el blog hace tiempo,
pues ya no queda caché de él, y si copio frases del texto y las busco exactas en Google, no sale ningún resultado igual.
En cualquier caso, quede claro que no me apropio de nada y símplemente lo pego aquí,
por lo interesante que me parece su reposición. Si añado algo, será visible por el formateo del texto.
No hace mucho. desde un blog, su autor alababa la taxonomía que sobre afiliados del partido, realicé en un artículo, cosa que le agradezco. Este fin de semana, comentándolo con mi tío, poseedor de una mayor experiencia en la vida de los a partidos políticos que yo, decidimos abordar las actitudes más comunes entre el variopinto elenco de personajes que encontramos, encontró, compartiendo militancia con él, no sin una cierta dosis de humor que esperamos transmitir. Enfatizó que esta actitudes son generales, esto es: presentes en cualquier partido, y añadimos que no son categorías cerradas, y es más que probable que a un mismo afiliado le cuadren varias de ellas.
- La sal de la tierra.- El auténtico currante. El sustento básico de todo partido, trabaja más allá de lo que todos esperamos soporte; sólo entre trabajo y trabajo podremos oírle alguna queja doliente. Pegada de carteles en territorios peligrosos, activismo, asistencia a actos aunque sean a cientos de kilómetros, reparto de publicidad, organización de actos, mesas informativas, ... Nada es demasiado para estos sufridos afiliados. Su punto flaco, sólo achacable a la torpeza de sus dirigentes, está que cuando el abrumador trabajo se lo permite, se recrea en el funcionamiento de su materia gris y en cualquier momento del camino se puede cuestionar ciertas actitudes y acciones de sus jefes, sin obtener respuestas satisfactorias, siendo normal que se desactive su espíritu de colaboración y su iniciativa. La receta para sus jefes, si, como ocurre normalmente en todos los partidos, no tienen respuestas satisfactorias, es no dejarles tiempo para pensar; inventar comisiones, grupos de trabajos, y otras actividades aunque sean inútiles, lo importante es que no se paren a pensar.
- El currante a voces.- Trata de mimetizarse en todo con la actitud del anterior, exclusivamente cuando tenga asegurado que, entre los observadores de su monumental sacrifico por la causa, esté presente algún cargo importante del partido. Esta categoría suele coincidir con la actitud del trepa. Al igual que a éste, será fácil localizarle en primera línea en actos importantes a los que asistan los líderes, sobre todo si hay fotógrafos.
- El trepa o parásito.- Añade al anterior una desaforada dosis de falta de ética ya que no tiene el menor reparo en atribuirse el trabajo ideado o realizado por otros. Exclusivamente colaborará en aquellas actividades y lugares en los que tenga garantizada su visibilidad por los jefes. Pesetero estructural, es experto en el uso de los codos para colocarse en primera linea, cuando es hembra, suele hacer uso de su omnipresente bolso para tales fines.
- El falso afiliado.- Como su propio nombre indica, no está afiliado pero actúa como si lo estuviera. Generalmente se acerca como simpatizante en los primeros momentos de cualquier nueva formación y, cuando esto no es posible, actúa desde foros o blogs de afiliados, normalmente ocultando su no pertenencia al partido. Puede actuar y opinar de buena o mala fe, pero si partimos de que muchos de los realmente afiliados no se leen los idearios y estatutos de sus partidos y fallan en algunas de sus opiniones, en estos falsos afiliados la posibilidad de errar en las suyas, se dispara al infinito.
- El infiltrado.- Igual que el anterior pero con mala leche y ganas de hacer daño. Suele estar afiliado para dar el pego, pagándole las cuotas su partido mandatario que, a su vez, recibe puntual información de lo que ocurra internamente. Hoy en día son aún menos visible y abundantes qye hace algunos años.
- El que "la cosa le pone".- El más feliz del mundo si le pones un micrófono en las manos, tenga o no tenga aptitudes para ello. Realmente le hubiera dado igual haber ganado un concurso televisivo o convertirse en famosillo, siempre que le permitieran actuar de tertuliano pero, chico, le cogió más cerca esto de la política.
- El ambicioso.- Dice mi tío, y quizás tenga razón, que no hay buen político sin una buena dosis de ambición. El problema viene cuando dicha ambición puede más que su ética y, por lo general, puede. Por eso hay tan pocos buenos políticos. Suelen sacrificar todo a su ambición (los buenos y los malos), trabajo, amistades, familia, e incluso ética, decencia y principios.
- La mosca cojonera o toca-pelotas.- Es un militante conocedor del ideario y de los estatutos de su partido y confía en que amparado en ellos puede hacer todo lo que esos documentos le facultan para hacer. Suele ser un idealista entregado al proyecto, pero más tarde o más temprano se da de bruces con la realidad.
- El comisario político.- De frustrada vocación pseudoperiodística o comunicadora, no resiste la más mínima oportunidad de informar (chivar) de lo que sea a sus superiores. Cuanto más graves y mayor daño produzca al denunciado, mejor, pues es consciente de que su única posibilidad de medrar se reduce al desprestigio de los que le rodean. No deja de ser una manera de buscar la complacencia del superior, imposible de obtener por otras capacidades ausentes de su cerebro. Suele montar redes, oficiles o no, de información, comunicación y chivateo, hacia el aparato.
- El "me han dicho que ...".- Similar al anterior pero sin buscar daño para nadie, suele ser de alma inocente y exclusivamente busca la integración en el grupo por lo que no hay rumor ante el que se resista.
- El sectario.- Ningún dirigente político aceptará que esta especie habite en su partido. Sin embargo, existen en todos y bien que los usan desde los aparatos pues no dejan de ser su fuerza de choque contra los de otros partidos o los que, desde dentro, no comparten plenamente la conducta oficial; contra éstos se ceban. Existe en todos los partido porque el sectarismo no es una ideología, sino una actitud personal demasiado extendida, no es fiel a ningún ideario, aunque sea capaz de pensar por sí mismo, no tiene el menor rubor por negarse a hacerlo, salvo para hacer daño, es un talibán y sigue exclusivamente al líder, diga lo que diga y haga lo que haga, aunque lo dicho y lo hecho se contradigan, da igual, esa incoherencia queda fuera del alcance de su propia conciencia. Esta actitud es extensible al votante común, es aquel que vota más contra algo que a favor de algo.
- El beato del rosario de la aurora.- Muy parecido al sectario, con mucha menor inteligencia, el resultado de su actividad suele ser tan demoledor como el de aquel. Son seguidores incondicionales del líder y se guían por consignas recibidas de los miembros del aparato. Son tan tabajadores como el que más, pero sus conceptos y juicio político, no les da para más, por lo que nunca cuestionan nada, ni se paran ante indicaciones claramente injustas.
- El "consuerte".- O consorte. Suele ocupar puestos relevantes exclusivamente por ser "marido de" o "esposa de". Nadie se explica su posición pero pocos se deciden a cuestionarlos. Tributo innecesario a su relevante pareja, bofetada, también innecesaria, al resto de militantes.
- El demócrata de toda la vida.- Personaje curioso pues, venga de donde venga, ha sido demócrata de toda la vida; como un sello que valida y certifica la bondad de todas sus propuestas. Generalmente muy locuaz, no sufre el menor rubor al apoyar las políticas más estalinistas de los aparatos de sus partidos. Experto en justificar lo injustificable.
- El despistado.- Suele llegar al partido arrastrado por el magnetismo de alguno de sus líderes, dándose cuenta posteriormente de que lo que defiende dicho partido se opone en cosas importantes sus sus propios ideales. Suele marcharse cerrando suavemente la puerta tras de si, para que pocos se den cuenta de su error.
- El animal político.- Irresistible magnetismo, comunicadores letales, se les ama o se les odia, no hay términos medios. Algunos tiene adosado a su gran ego, incluso soberbia, un defecto normalmente unido a su gran dosis de ambición política, y es que sufren de una imposible dislocación de personalidad, pues son capaces de afirmar que creen firmemente en lo que transmiten, mientras que igualmente son capaces de hacer justo lo contrario a la hora de llevarlo a la práctica con los suyos.Estos personaje, suben, suben y suben. Cuando no puedan subir más, les llega el tiempo de emprender otros proyectos.
- El político animal.- Insultantemente ofensivo y prepotente. Escuda tras la bazofia habitual de sus palabras, su nula calidad humana, por lo general acompañada por un nivel cultural ínfimo. Cuando su discurso es algo más moderado y refleja una innegable formación cultural, pásese a la siguiente categoría.
- La apisonadora.- Suele ser un profesional, profesor o catedrático con cierto prestigio, algunas veces ganado por causas ajenas a su profesión. Al entrar en política se deriva al área ideológica, señala el camino, algunos están tan por encima del bien y del mal que no llegan a militar en el partido, no lo necesitan porque tienen contacto directo con las alturas. Creo que por Galicia anda un toro muy soso al que le cuadra que ni pintada la categoría. Opinador profesional, habla ex catedra, incluso fuera de su especialidad, sobre las maldades del diferente y las bondades del que siga lo que él pontifica. Lo malo es que suele precisar de un equipo de prensa tratando de limpiar las cagadas que deja por el camino, nada detiene a su "ciencia", a veces, pasa sobre el programa político del partido al que dice defender como un elefante por una cacharrería.
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