Sobre el ADN de Sociedad Civil y Democracia

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Quien hace algunos años me dijera que me vería en la tesitura de tratar de defender conceptos como el "humanismo cristiano", a buen seguro recibiría de mí una mueca de perplejidad, yo que desde hace muchos años, sólo piso un templo por un bautizo, una boda, un funeral o por una visita cultural.

Sin embargo, con el tiempo he llegado al convencimiento de que
, al menos, es por ese último motivo, el cultural, por el que debemos defender la presencia de la referencia al "
humanismo cristiano", en la declaración de principios de SCD, una plataforma que aboga, entre otre otros fines, por un Estado laico en España ya que no está reñida con él. Lejos de una declaración de adscripción religiosa, es simple y llanamente el reconocimiento de un realidad cultural que, para bien o para mal, ha marcado la construcción y el ADN de España y Europa a lo largo de los siglos. No reconocerlo, y asumirlo, sería un error de principio.

Hoy en día para hablar de religión, habría que hacerlo de catolicismo, anglicanismo, luteranismo, judaísmo, calvinismo, islamismo, etc.

El concepto "
humanismo cristiano" es una forma de definir unos determinados valores sobre la dignidad del ser humano, que nacieron en Europa formando parte del bagaje cultural de la inmensa mayoría de los europeos. Y creedme, esos valores no son exclusivos de –ni exigen pertenencia a– la ideología conservadora, de la liberal o dela socialdemócrata; ni tampoco lo son de creyentes, agnósticos o ateos.

Tal vez en la Roma del Impero, donde el mero hecho de ser cristiano conllevaba la tortura hasta la muerte para mofa del populacho, o en los siglos de las cruzadas que desangraron a Europa y el Oriente Próximo, indudablemente hablaríamos de religión al hablar de cristianismo. 




Hoy en día, no es así. Pero lo que sí es incuestionable –y quizás en estos momentos de la historia, un hecho a reseñar y reafirmar–, es que los españoles, en nuestra inmensa mayoría, no somos, por ejemplo, culturalmente musulmanes, no asumimos como normal la sharia; ni aceptamos la ablación del clítoris, lamentablemente extendida en otras culturas. Estamos básicamente marcados por una cultura cristiana.



Por ello, creo que es del todo pertinente que la declaración de principios de Sociedad Civil y Democracia comience con un meditado y contrapesado compromiso: "Defensa del liberalismo político y de la visión social del humanismo cristiano". Es más, es necesario hacerlo, si pretendemos sumar las más voluntades posibles en torno a un proyecto de la sociedad civil, en vez de restarlas por un maximalismo ideológico, de uno u otro signo, en cualquier caso, innecesario para nuestros fines y siempre perjudicial para alcanzar unas metas que no son anhelo ni propiedad exclusiva, de una única procedencia ideológica.

¿Acaso alguno de nosotros, de los que coincidimos en la necesidad de este proyecto, es tan temerario como para pensar que éste puede ir adelante con el empuje exclusivo de los conservadores o de los liberales o de los socialdemócratas? ¿Alguien excluye de la voluntad de cambiar el actual sistema, a cualquiera que sea conservador, liberal o socialdemócrata, por el mero hecho de serlo?

Puedo asegurar que muchos no estaríamos aquí de ser así. Porque independientemente de nuestra propia ideología, somos conscientes de que ninguno de estos grupos, por sí solo, podría lograrlo. Todos somos necesarios e imprescindibles, pero hemos de dejar fuera radicalismos y sectarismos.

El primer punto de nuestros fines, en mi opinión, aporta con la "Defensa del liberalismo político…" Los valores de libertad individual y colectiva, de la propiedad privada, de la libre iniciativa, de la participación real de los ciudadanos en la política, etc. Mientras que con "...la visión social del humanismo cristiano", se introducen los valores de solidaridad, de justicia social que, con los anteriores, apuntan las líneas maestras, o el ADN, de nuestro proyecto, Sociedad Civil y Democracia. Y esa es su grandeza.

Cuanto antes lo tengamos claro todos los que participamos de este impulso ciudadano, más cerca estaremos de alcanzar nuestras justas reivindicaciones.


¡Lo vamos a hacer! 


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