El firmador compulsivo

Creo que un buen resumen –eso sí, tal vez demasiado esquemático del sentido de esta entrada–, se puede obtener parafraseando la afamada verborréa de Cruz y Raya: "Si hay que firmar, se firma pero firmar pa na, es tontería". Y lo digo apoyado en la expreriencia propia y ajena acumuladas, sobre todo, en los últimos años de un compromiso más particiaptivo en la exigencia de regeneración –sea social, democrática, política o como queramos llamarla– de la vida en España.

Pocas acciones han causado mayor daño a la movilización social que, aquellas imputables a esos grupos que pretendiendo liderarla, terminan por generar unas espectativas que posteriormente son defraudadas desde el propio movimiento asociativo y movilizador, sea por:
  • incoherencia. 
  • Real falta de liderazgo.
  • Exigua preparación e inexperiencia de los cuadros de organizadores.
  • Prisa mental.
  • Falta de planificación a futuro, para un proyecto que, desde ya, exige la existencia de ese futuro.



¿Ejemplos?  A porrillos. Recientemente, muchos de nosotros hemos participado, y ayudado a organizar un 1º Congreso de la Sociedad Civil Española, cuyas consecuencias, en estos momentos y por un grupo de "currantes" –en el peor y el mejor sentido de la palabra– se están tratando de salvaguardar y no dejar que se pierdan, aquel impulso y aquella voluntad manifiesta de un sector de la sociedad civil española, en espera de, ... en espera de, no sé si del 3º advenimiento.

No daño a nadie si reconozco, como parte del debe de los organizadores, el haber aceptado el proyecto, más como un experimento"a ver qué pasa" o "a ver si existe masa crítica" para hacer, tal o cual, cosa, que como un proyecto con continuidad en sí mismo. Quizás, sin darnos cuenta de que la falta de concreción en "esas tal o cual cosas", ha prendido el fuego fatuo donde se han quemado y perdido irremisiblemente parte de esos necesarios impulsos.

Baste considerar, el gran número de mensajes y llamadas que hemos recibido algunos de los implicados por parte de personas motivadas y deseosas de hacer "algo" para lo que no teníamos previsión, ni estábamos preparados. Esas personas, desilusionadas,  serán difícil recuperables. 

Una cosa está clara, y es que, si el Sr. Godot pretende que se le espere, tendrá que poner bastante más de su parte, e incluso mojarse y mostrarse algo más, para que cada cual veamos si nos va a merecer la pena, o no, la espera.


Conste que esta no deseo que quede como una entrada de denuncia o ataque a las posiciones que, desde la buena fe que les supongo, defienden muchos compañeros de cabreos y rebotes, con esos mismos con los que ya me siento y con los que espero, más tarde o más temprano, aglutinar esfuerzo para conseguir lo que estoy seguro que nos une a todos: poner patas arriba a un sistema político que ha conseguido, como ningún enemigo foráneo a sabido hacer, acabar con la economía y, lo que es peor, con un sistema de moralidad y ética pública y privada que nos va a costar Dios y ayuda, recomponer hasta unos valores medianamente operativo. Bien al contrario, quiero advertir a mis compañeros de viaje del riesgo que corremos de no considerar esta cuestión con la importancia que creo que se le debe de dar.

En las redes sociales es más que difícil dar un paso sin que te pidan firmar o dar tu apoyo a veinte mil causas justas y esto comienza a convertirse, más que en información, en polución informativa, entre la que se va complicando, cada vez más, discernir entre el proyecto vertebrador que nos pueda unir y la farfolla político-sensiblera que, a buen seguro, no podría propiciar mayor satisfacción al enemigo: la casta política.

Por ello, me parece temerario comenzar a recolectar firmas, entorno a realmente buenas ideas, pero sin tener conciencia de si se podrá hacer con ellas algo productivo, con qué datos, de qué manera, cuántas se necesitan o en cuanto tiempo, etc. ¡Hala! ¡Firmad, malditos, que ya os avisaremos si hacéis falta de verdad!. Esta actitud, sin una clara planificación, puede terminar en el "desinflado" de la beligerancia social, cosa nada positiva.

Si queremos contar con ciudadanos, tratémosles como a tales, no como una guardería en las que preservar el movimiento continuo, para que nadie desfallezca o cometa el error de pensar por sí mismo y perdamos su control en el siguiente paso. Seguro que esta no es la realidad ni la intención de nadie que apueste seriamente por cambiar las cosa, porque esto sería más de los mismo que tenemos ahora. Pero seamos francos y analicemos si no existen demasiadas similitudes.

Aunque, creedeme, existen razones más espurias que una recogida compulsiva –sin finalidad documental, orden, organización, recogida correcta, etc.– de firmas: Aún está por saberse qué se hizo con las firmas por el Manifiesto de la Lengua Común. Más concretamente, con las que se recogieron en UPyD.

Insisto en que ya hemos visto –tras observar las hogueras de vanidades en las que han concluido esperanzadores proyectos como Ciudadanos y UPyD, como se fue al traste con una tercera vía reformista desde el propio sistema. Además, cada vez estoy más seguro que en el haber inutilizado la vía de regeneración internade ambos intentos, tuvo que ver mucho más de lo que pensamos, el propio sistema, conocedor de la labor de desfondamiento y pérdida de ilusión en la poca ciudadanía concienciada, que el desmoronamiento desde dentro, de estos incipientes intentos regeneradores conllevaba. La mejor forma de controlar a la oposición, es crearla tú mismo.

Ahora, si no somos inteligentes y prudentes, corremos el riesgo de agostar igualmente, antes de recoger cualquier posible fruto, la incipiente movilización ciudadana para volver patas arriba al sistema desde afuera. Con presión ciudadana, legitimada frente a una miserable y corrupta casta política.


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3 comentarios:

Anónimo | 24 de enero de 2012, 17:27

Estoy totalmente deacuerdo.

Javier García Oliver

Anónimo | 25 de enero de 2012, 19:00

Amigo Juan, creo que has recogido perfectamente un mosqueo que a muchos se nos ha pasado por la cabeza- especialmente después de haber currado en lo de las firmas por la "Lengua Común"- una cierta desconfianza ante la hiperinflación de manifiestos y recogidas de firmas varias, y que en general hacen planteamientos perfectamente deseables, como es el caso de la petición para eliminar las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y patronales.
Ahora bien, yo me pregunto como saber a priori que recogida de firmas tiene un horizonte de viabilidad y cual es un mero decálogo de buenas intenciones, pero sin posibilidades reales.¿Solo tienen alguna esperanza si las plantea un partido político con presencia en el Congreso?
Además, son tantas las ganas que tenemos algunos de enfocar en serio la "regeneración democrática", aquella que nos prometían en UPyD (ja,ja,ja..), que estamos dispuestos a tropezar una y otra vez en la misma piedra de la ingenuidad.
Daniel

viejecita | 2 de febrero de 2012, 20:00

Juan

¡Como me gusta esa alusión a las firmas por el "manifiesto de la lengua común", y la de veces que habré preguntado qué pasó con ellas...!
Todos los sábados durante tantos meses en nuestras mesas, y ¿para que? . ( Aunque creo yo que como herramienta de propaganda de partido, sí que fueron eficaces, que donde estuvieron esas mesas, hay ahora concejales )