Sobre lo transversal y otras zarandajas (I).

Si algo quedó claro tras el pasado 1º Congreso de la Sociedad Civil, celebrado en Madrid, es que el proyecto surgido de sus ponencias y 24 Conclusiones Finales, exige, para tener alguna posibilidad de éxito, abordarlo con una actitud, personal y colectiva, transversal. Para no comenzar al hispano estilo de comenzar a cavar zanjas, sin consultar previamente los planos para asegurarse de que se harán en la posición y dirección correctas, en mi opinión, convendría unificar criterios para podernos entender sin equívocos, cuando usemos el término "transversal" política y socialmente hablando.



No es un asunto nimio. Es más, no parece tarea fácil después de observar de una parte, en qué han venido a degenerar, los dos intentos más conocidos de partidos que se reclamaban transversales y de otra, las muy diferentes interpretaciones que del concepto "transversal" hacen los mismos que hoy la defienden y abanderan. Veamos:

Transversal. (DRAE)
1. adj. Que se halla o se extiende atravesado de un lado a otro.
2. adj. Que se aparta o desvía de la dirección principal o recta.
3. adj. Que se cruza en dirección perpendicular con aquello de que se trata.

                (Wikipedia) Política
 1. Gobierno o coalición transversal, en política, cuando se componen no en un ámbito del espectro político, sino mezclando éstos: por ejemplo, en la Comunidad Autónoma Vasca, en la Comunidad Foral de Navarra o en la Comunidad Autónoma de Cataluña, últimamente se aplica el término transversal a un acuerdo que incluya partidos nacionalistas y no nacionalistas.
 2. Transversalismo, corriente ideológica.

Si bien estas definiciones apunta en el camino correcto, es evidente que para un proyecto transversal social y políticamente hablando, se nos queda corta incluso la primera definición de Wikipedia, que parece la más asimilable y descriptiva. Quizás sea porque frente a las componendas y los enjuagues que conformaron la falaz "transversalidad" de los ejemplos autonómicos citados en Wikipedia, la aún poco contaminada y sólida componente de sociedad civil, no meramente política, de nuestro proyecto, exige definir con más seriedad y mucho más allá del trapicheo político, qué esperar y qué hacer por alcanzar los fines aprobados en el Congreso. 

Es en este ámbito de la sociedad civil española, tan virgen e ingenua, pero no inocente –pues aquí siempre tuvimos a dictadores, sindicatos, "felipes gonzález" o "aznares" que nos iban a solucionar las cosas sin mayor esfuerzo por nuestra parte–, donde tenemos la obligación de ser extremadamente exquisitos y no vender quimeras a la sociedad; tomar conciencia de que el necesario aldabonazo para despertarla del sueño del todo gratis, del todo sin esfuerzo, del todo porque yo lo valgo, debe ser claro, directo y  contundente. 

Así que voy a tratar de ponernos en situación, describir intentos fallidos y de explicar, una vez más y los más comprensible que me sea posible, lo que entiendo como "transversal", hablando de política y sociedad:
  • Cada vez son más los ciudadanos conscientes de sus derechos y, por tanto, sensibles ante las violaciones y el ninguneo de estos por parte de una casta política endogámica y pretendidamente omnipotente.
  • Estos ciudadanos, no son homogéneos ni su procedencia está adscrita a determinada ideología. Muy al contrario, son conscientes de que este cuasi-vasallaje impuesto por la casta política, no sólo afecta a "sus iguales ideológicos", sino que ahoga las libertades y derechos de todos, incluso de aquellos no tan sensibles al expolio, que puedan preferir las "caenas".
  • Evidentemente, quien se plantee abordar el problema, tratando de revertir este blindaje y acorazamiento de los políticos, prontamente será consciente de que, si en el empeño, se arropa exclusivamente de aquellos con los que comparta "afinidad ideológica", en el mejor de los casos, obtendrá un gloriosa derrota.
  • Esto será así, indefectiblemente porque la clase política, muy por encima de sus "diferencias ideológicas", ha colocado sus intereses de casta que consiste en enrocarse en el poder, aceptar a regañadientes, que la alternancia en el mismo, es un mal menor asumible. Pero ¿desprenderse, a favor de la ciudadanía, de cualquiera de sus cuotas de poder, de su posibilidad de colocar a amigos y generar clientelismo? Nada de nada.
  • Por tanto, si el objetivo es sumamente importante, bien se pueden aparcar reivindicaciones –incluso importantes pero no tan prioritarias–, demasiado cargadas de ideología y que no admitan una solución que no esté impregnada de esta o aquella ideología con matices que resultarían, con toda seguridad, excluyentes para otros muchos ciudadanos.
  • Y esta es la clave de la  transversalidad, en lo tocante a la Sociedad Civil: ciudadanos de diferentes tendencias políticas que, ante la urgencia de solventar problemas muy graves para la sociedad, aparcan temporalmente, otras legítimas reivindicaciones, para centrarse el la solución del serio problema que les une.
Quizás alguien argumente que la transversalidad en política, no parece que sea una solución muy natural, siendo lo lógico la discrepancia y el debate. No creo que le falte algo de razón, pues no veo nada más contranatura que algunas de las coaliciones citadas en la Wikipedia, en mi opinión, sólo ejemplo de lo que nunca debe llamarse transversalidad. No obstante, en situaciones de alarma política, social y/o económica, esta transversalidad, no deja de ser un ejemplo de madurez de una ciudadanía. No cito a los políticos, pues en España están bastante descalificados como para que creamos que son capaces de acordar algo más allá de sus sueldos, dietas y privilegios.


Y podrían haberlo hecho ellos, los partidos. No hubiera sido el primer gobierno de colación, o de salvación nacional, en nuestro entorno. Pero a poco que profundicemos en las raíces del problema en España, comprobaremos que son precisamente los partidos, con sus privilegios, con su apropiación indebida de lo público con su extrangulamiento de cualquier vía de control por parte de los ciudadanos, los que constituyen el verdadero meollo del problema, pues es más que claro, que lo que se les pide, implica renunciar a parte de su poder o, lo que es lo mismo, pedirles que se disparen en la pierna.

Por lo dicho, tenemos que tener muy claro que nuestros primeros enemigos, será los integrantes de esa casta política, lo sean ¿de buena voluntad?, por convencimiento, por ignorancia o por golfería. Pero tengamos seguro que pelearán como gatos panza arriba defendiendo sus privilegios de casta. Y, lo peor de todo, han demostrado no tener escrúpulo alguno en sus luchas intestinas. Por tanto preparémosno.

Volviendo a la transversalidad, sería posible encontrar una gran base de entendimiento para regenerar nuestra democracia, siempre que entre otros asuntos, no nos cuestionáramos, por ejemplo, si el Estado debe ser una república o una monarquía, dejando su legítimo debate aparcado para cuando los objetivos prioritarios hayan sido alcanzados. Cualquiera de los dos sistemas puede ser igual de corrupto, o de íntegro. No garantizando ninguno de los dos per se, la regeneración de la democracia. Igualmente se puede hacer con asuntos de otra índole como toros sí, toros no, etc.

Por tanto, si hablamos de un proyecto transversal social y políticamente, hablamos de:
  • Un problema que "toca", si no a todos, sí a un muy amplio sector social y de muy distintas ideologías.
  • El problema debe ser lo suficientemente grave para que esos ciudadanos, tan diversos entre sí, estén dispuesto a aparcar parte de sus reivindicaciones hasta que se resuelva el problema que todos comparten.
Han existido dos intentos de partidos políticos para impulsar políticas transversales, Ciudadanos y UPyD, ambos surgidos desde la Sociedad Civil, que la desmedida ambición, la incompetencia o las bastardas intenciones no confesadas de aquellos que los lideraban, se han encargado de reducir al plano testimonial y al "más de lo mismo" de esa partitocracia que venían a combatir y, lo que es mucho peor, agotan la capacidad de la sociedad para confiar en quienes, sin golferías, falacias o catetismo provinciano, vengan dispuestos a realizar lo que esos intentos han demostrado no ser capaces de hacer. Ambos han fracasado por acción directa de sus respectivos aparatos de poder interno. Ciudadanos, en mi opinión, por la estrechez de miras de ese aparato y, tal vez, miedo a perder el control. UPyD, porque, desde antes de que estamparan sus firmas ante notario las tres piezas que los registraron, ya tenían clara esa hoja de ruta, aunque en un principio, supieron ocultarla, convirtiéndose, muy al contrario que Ciudadanos,  en el más claro ejemplo del monolitismo estalinista interno de los actuales partidos. La verdad es que de casta les viene la "bulgaridad" al los galgos.

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1 comentarios:

Ángel Soria | 21 de noviembre de 2011, 21:22

Pues como diría la Viejecita, ya siento, pero la definición buena es la última de la Wiki con un tuneo. Transversalismo es una ideología corriente y moliente, sin ningún fuste ni fundamento. ¡Vaya!, una mamandurria.