La hijoputez y el Estado de Derecho

La hijoputez y el Estado de Derecho

La hijoputez parece un tumor maligno –mejor dicho cefaloma pues radica en el intelecto y en la zafia forma de usarlo–, que afecta cada día más a la casta política, sindical y financiera de España, por no decir "este país".

A pesar de que en la actualidad, la mayoría del famoserío de los que descollan por padecer la hijoputez en grado terminal –vamos, que son del todo irrecuperables para la bonhomía–, está copada por políticos nazionalistas, sociolistos y, como no, la sindistapo, no debemos dudar de que la pandemia también llegó a la derecha, contaminado a más de uno de sus miembros. Contaminación que de retornar, en su momento, el PP al gobierno, disparará a buen seguro el número de afectados entre sus afiliados.

Famosos enfermos de hijoputez, en la Alemania de hace setenta y cinco años eran Hitler, Himmler, Goebbels y otros muchos nazis. Aparte de genocidas, esta escoria humana, destacó por su capacidad de engañar, mentir –el último de los citados, fue el autor de la frase "Una mentira mil veces repetida....se transforma en verdad"–, manipular, retorcer y saltarse cualquier ley que estorbara a sus intereses.

No hay que trasladarse tan atrás en el tiempo para encontrar actuaciones similares en nuestra agonizante y actual España –que parece estar a la espera del tiro de gracia–, tan sólo hace unas pocas horas, el nefasto individuo que desgobierna España, ha afirmado que comenzará a pergeñar una de sus famosas "leyes" –aquel "como sea"– para conseguir a fuerza de retorcer ilegal e ilegítimamente la Constitución, conceder a los catalanes lo que desde el Tribunal Constitucional se les negó por inconstitucional en su Estatuto.

Hace aún menos tiempo, desde los mandos políticos del Ministerio del Interior, esto es, a las órdenes de Pérez Rubalcaba, uno de los personajes más siniestros y manipuladores de la canalla política española, sin orden previa de un juez y sin darse ninguna de las condiciones marcadas por la ley que permitan a la policía la detención de un ciudadano, esa policía ha efectuado la detención "tecnica" –término judicialmente inexistente tras el que pretenden ocultar la ilegalidad de la acción– de un político de la oposición. Es más, en el más puro estilo "goebbeliano", para esta detención con ausencia de orden judicial –¡qué falta hace ese papeleo, cuando uno pasa de leyes!–, se desplazaron de Madrid, a bombo y platillo, una gran cantidad de policías y –¡cómo no!– con "chivatazo" previo a la prensa afín.



Este Rubaltazo o Chivalcaba –por su "incapacidad" para evitar filtraciones interesadas y chivatazos– hace algo más de tiempo, fue el que no tubo el menor pudor en afirmar que había "verificado" el alto el fuego de ETA, posterior mente fue desmentido –de mentir– por su coleguilla Conde Pumpido.

También este pájaro, ¿faisán?, continúa mirando al techo cuando se le pregunta por el gravísimo delito de traición cometido desde la dirección de la Policía, al avisar de una redada a los etasunos de bar Faisan. Como nos recuerda Plazaeme en su blog, Churchill afirmó que "Democracia significa que si el timbre suena a horas tempranas, seguramente será el lechero". Me gustaría añadir que "Estado de Derecho significa que incluso cuando el que miente o se salta las leyes es un ministro, lo paga, empezando por dimitir".

¿Ha dimitido el Sr. Pérez Rubalcaba? ... Pues ya sabemos a dónde ha ido a para el Estado de Derecho en España.

Parafraseando a Forrest Gump, si bien “tonto es el que hace tonterías”, no implica que todo el que cometa tonterías sea inequívocamente un tonto del capirote, aquel que tenga actuaciones de s fascistas, no tiene por que ser un nazi o fascista de tomo y lomo, … pero seguro que está en el camino y ya le falta menos para serlo.

Como conclusión tengo muy claro que para los políticos hoy en el Gobierno y su secuaz en la Fiscalía General, el Estado de Derecho –todos iguales ante las leyes, que obligan a todos, siempre– no es tal sino una sucesión de decisiones, según su personal criterio, sobre la conveniencia de aplicar, o no, las leyes, siempre en función de los intereses de su Gobierno.

.