El desacato, el mentecato, el felón, los presuntos y otros cerdos

El desacato, el mentecato, el felón, los presuntos y otros cerdos

Realmente no se como llamarán el resto de españoles a esto pero yo no puedo llamarle de otra forma que desacato:
"El Gobierno catalán no cambiará las leyes. Montilla comunica a Carod que no modificará leyes aprobadas pese a la sentencia del TC".
Este atajo de independentistas sectarios y de sectarios independentistas, afirman que van a ser unos auténticos delincuentes pues lo que afirma que van a realizar, insisto, no es otra cosa que un grave desacato, mientras que las autoridades judiciales que hagan dejación de su obligación de imponer el respeto de las leyes y a acatar las sentencias de los tribunales, incurrirán en prevaricación.

El mentecato lo encuentro –y lo siento pues es una persona que me cae bien en su aspecto humano– en Durán i Lleida, cuando afirma literalmente:

"Hoy la Constitución interpretada por el actual Constitucional, no es la que nosotros pactamos".

Querido Sr. Durán i Lleida, no actúe como un mentecato pues Vd. no lo es, será nacionalista pero de tonto nada. Como es de conocimiento general, y en particular de Vd, la Constitución no ha cambiado. Son Vds. los políticos catalanes y algunos maulets subvencionados, los que tratan de cambiarla por procedimientos torticeros y, en mi opinión, con la ayuda de los felones del PSOE y PSC, han conseguido hacerlo, aunque no tanto como pretendían.

Vamos por los felones. Supongo que, aunque sea por una corta escapada, todos sabréis cómo llaman en nuestra vecina Portugal al jamón del cerdo: "presunto"; pues bien de presuntos y cerdos va hoy mi opinión.

Creo no equivocarme si afirmo que todos los cargos políticos, en su toma de posesión, prometen o juran:

"... guardar y hacer guardar la constitución como norma fundamental del Estado".

Así que si el iluminado de la Moncloa, tras realizar esa promesa, afirme que:

"Acata, cumple y hará cumplir la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut"

Para a continuación reunirse con Montilla para ver si se la pueden colar al resto del Constitucional por otra vía que la ínclita Casas les ha dejado preparada, parece que lo realizado no está lejos de usar su poder para modificar torticeramente lo que prometió preservar. ¿No es eso traición o felonía? Veamos:

Artículo 584 del Código Penal.
El español que, con el propósito de favorecer a una potencia extranjera, asociación u organización internacional, se procure, falsee, inutilice o revele información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional o la defensa nacional, será castigado, como traidor, con la pena de prisión de seis a doce años.

Está más que claro que "esa traición" no se corresponde con la definición legal pues en esos términos sólo cabe aplicárselo a la seguridad nacional. Cabe preguntarse si en este supuesto no entran los policías y políticos "pringados" en el chivatazo del caso Faisán.

Dimensión social
Es traición renegar con dichos o acciones (sean éstas voluntarias o involuntarias), un compromiso de lealtad hacia una idea, asociación, o grupo de pertenencia.

Socialmente, es innegable que podemos interpretar que lo realizado por el iluminado de la Moncloa ha traicionado su promesa, porque aunque todo español puede querer modificar la Constitución, yo por ejemplo, ha de hacerlo por los medios previstos en ésta.

Dimensión política
Políticamente, el término "traidor" ha sido usado como un epíteto entre disidentes de un mismo partido, o bien, entre opositores de distintos partidos y/o disidentes políticos, para anular el capital político ajeno; también se recurre a declarar (aunque más genéricamente) de traidor a funcionarios en el poder que son percibidos como incumplidores de los deberes publicos encargados por el Estado, pudiéndose -o no- verificar o probar alguna acción traicionera.

Tampoco es negable la coincidencia de los hechos de Zapatero con la dimensión política de traición o traidor.

Pues me comentan que se debe decir presunto ... ¿presuntos? pues si es así, hagámoslo, chico, pero como el de los cerdos.

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