Le llamaban MentiRosa (II)

... y no sabían hasta qué punto.


Siempre he tenido una duda sobre una constante en tus discursos. Cuando al principio de la andadura del partido, justificando las elecciones en listas abiertas dentro de los partido –¡Qué buena oportunidad tuviste, y desperdiciaste, para demostrarlo con tu propio ejemplo!– ponías un ejemplo, le llamaremos la parábola del joven político: aquel, decías, que terminando la Universidad, sin experiencia profesional alguna, ingresaba en el partido y ahí comenzaba su exclusiva y bien remunerada carrera política por lo que, llegado el momento, "era capaz de todo" con tal de no perder la teta del partido, la única forma fácil de bienvivir que conoce. Recuerdo que charlando en alguno de nuestros encuentros, decías que el ejemplo, era fiel reflejo de muchos y Zapatero era uno de ellos. Y ahí mi duda, porque creo que esta parábola es bastante autobiográfica, salvo que ser telefonista, sin desdoro alguno, no es un título universitario.

¡Sabes? por mucho que trates de disimularlo, te pareces demasiado al Zapatero que tanto dices depreciar, ¿no será envidia? Eso sí, él te aventaja en el título universitario, mientras que aquello en lo que, sin duda, tu destacas, no es algo que se pueda adquirir con el estudio, sino algo más cercano a un don que se tiene, o no se tiene, "el don Ramonet", al que los compañeros de Alicante y Murcia conocerán sobradamente, don Ramón Gabín Martínez, alias "Ramonet", el Rey de los Charlatanes, capaz de vender un camello a un esquimal, comunicador y vendedor, sin más, donde los hubo, que falleció en 2007. No confundamos la charlatanería –que cuando de venta ambulante se trata, es una forma de arte, con la culta oratoria política que, sí puede ser fruto del esfuerzo personal y exige una cultura que te supera.

Lo cierto es que gente como tú, Rosa –si lo deseas, léase tambien Zapatero–, que se fijan una meta y para conseguirla, el código deontológico que aplica, su gran ética personal y política, se reduce al "como sea", podrá generar muchas ilusiones pero dar, lo que se dice dar, poquísimas satisfacciones.

Por lo dicho hasta ahora, los que poseen el carisma populachero de las distancias cortas, "el don Ramonet", tarde o temprano, los demás descubren que salvo esa predisposición para la interpretación, para la farándula, política en tu caso, poco hay que permita creer que tiene la voluntad y la capacidad de llevar a término lo que vende.


Todo lo anterior lo digo, porque dudo estar en un error, si afirmo que tu tiempo como Consejera de Turismo de la CAV, por mucho que te empeñes, pueda computar como experiencia profesional externa a vivir de la política. Creo que tú bordas, como el que más, el ejemplo que usabas,
la parábola del joven político, de telefonista en una administración tan "dedística" como la vasca –apuesto que ya estabas en UGT o en el PSOE cuando entraste en la administración, directamente a política, pasando brevemente por el sindicato, vamos que politiquita profesional, profesional.

Es más, hay malas lenguas que dicen por ahí que durante la etapa de PlataformaPRO, todo el marrón se lo curraron Carlos Martínez Gorriarán y Juan Luis Fabo, porque te faltaban aún algunas peonadas para cobrar la suculenta pensión del Parlamento Europeo. Nada ilegal pero, no te marchaste cuando te lo pedía tu integridad, sino cuando te garantizaste la paga íntegra que, aunque se parece, no es lo mismo.


Antes de despedirme, como también me siento concernido por tu infame insulto –¡mira que novedad en ti!– a compañeros que exclusiva pero contundentemente, te habían pedido con todo el derecho –pues no eran "tus cuentas", era el dinero "de todos los afiliados"–, auténtica transparencia, más detalles –hablando en román paladino–, sobre las cuentas que presentabas. Inmediatamente cuan racial Lola Flores te revolviste acusando, insultando y jurando en arameo, tu verdadero ego, todo con tal de no dar la respuesta que se te pidió y con la transparencia y datos que se te pidieron.

Supongo que usaste un mix de tu ego soberbio, con tu personaje de rabiosa loba herida, seguido de el de doliente víctima lastimera, cuasi indefensa. Ya montaste numeritos similares en algunos consejos políticos. Une a esto un público tan entregado y fiel en el sentido dogmático y beato del término –¿el más peyorativo?–, y a buen seguro que conseguiste lo que pretendías:
distraer la atención del meollo de la cuestión, "las cuentas", desviándola hacia la conmiseración con la Divina atacada por los perversos herejes, seguro que lo tenías hasta preparado, pero tras amenazar con una querella, de continuidad imposible, llegó la posterior e inevitable en tí "cagada" del más puro estilo Rosa Díez, como la de "gallego en el sentido más peyorativo del término":

"Batasunos" nos llamaste y en el chat de La Razón te reafirmas. Quizás sea tu exceso de autoestima la que te ha llevado hasta el síndrome de La Moncloa –fuera de la realidad y Divina– aún cuando no tienes, ni tendrás opción de habitarla. Metes la pata hasta el codo y, lejos de una actitud humilde pidiendo disculpas, te enrocas el moño a lo Amy Winehouse –¿pero te miraste al espejo antes de salir para la fiesta de Vogue?– y argumentas que aún te quedaste corta.

Me parece una desvergüenza inmoral que a una más que justificada y legítima solicitud de mayor concreción y transparencia en las cuentas, respondas acusando de "batasunos" a tus propios compañeros. Menos mal que no te pidieron todos los extractos de los pagos realizados con las Visa Oro del Partido, posiblemente tu reacción dejaría a
Auswich en un jardín de infancia.

De todas formas, no estaría de más que enseñaras menos modelitos y mucho más claras y transparentes las cuentas. Y, si esto escuece, como dicen en mi pueblo: "al que le pica, ajos come".

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