Cuestión de memoria
Que nadie se equivoque, no trato de recordarle nada a Rosa, como si ella necesitara de la memoria ajena para recordar este memorable discurso, enraizado en lo más profundo y brillante de nuestro Manifiesto Fundacional, nada de eso.
Vean y oigan:
Con posterioridad a la publicación de esta entrada, algún amante de la verdad ha decidido directamente"capar" el vídeo para retirar de él, el momento en el que Rosa Díez –¡En qué estaría pensando la muy cabeza loca!–, se comprometía públicamente con lo siguiente, hoy por hoy incapaz de ser cumplido en UPyD: "Defendemos las listas abiertas en las elecciones internas de los partidos para evitar que los aparatos secuestren la democracia interna y la voluntad de los afiliados."
El "capado" se encuentra en el minutaje 1:10, realizado de forma bastante chapuza, y se puede observar fácilmente un salto entre "... ahora bien ..." y su inmediata repetición.
El "capado" se encuentra en el minutaje 1:10, realizado de forma bastante chapuza, y se puede observar fácilmente un salto entre "... ahora bien ..." y su inmediata repetición.
Lo que sí deseo que sepa es que muchos, y algunos a pesar de los pesares y otras dolencias, tampoco lo hemos olvidado, aunque hay que reconocer que empiezan a asomar desmemoriados empeñados en hacer el Don Tancredo, silbando y mirando al cielo, como si ese Manifiesto no fuera con ellos y como si Rosa, en nombre de todos nosotros, no hubiera dicho nunca esas palabras o, lo que sería peor, como si hubieran sido dichas para engañar a gentes sensibles ante ese ilusionante mensaje de:
- Regeneración Democrática.
- Democracia interna, sí interna.
- Listas abiertas fuera y dentro del partido, sí listas abiertas.
- Elección directa de los cargos unipersonales.
- Control real por los ciudadanos, en el caso del partido, el control real por los afiliados.
- Democratizar internamente a todos los partidos políticos con normas democráticas de comportamiento interno.
- Que los militantes de los partidos tengan, protegidos por la ley, los mismos derechos que como ciudadanos.
- Quitarle poder a las estructuras de los partidos para devolvérsela a los afiliados.
- Liberar la política que hoy está secuestrada por las ejecutivas de los partidos.
- Etc. etc. etc.
Aún peor, desde que el Reglamento se ha hecho público, he recibido múltiples llamadas telefónicas, han llegado gran cantidad de correos electrónicos a través del correo del blog, me han escrito afiliados que no conozco de nada, diciendo que prefieren la privacidad del correo frente a la publicidad del post en la entrada del día en el blog, pues en el mío no se puede "postear" como anónimo —¡curioso! afiliados del partido, reconocen que tienen miedo a expresarse de forma crítica públicamente— malo, muy malo, si con la presión ejercida sobre el discrepante hemos conseguido, aunque fuera sin pretenderlo, un efecto de miedo que, a los del norte, les debería poner los pelos como escarpias.
Yendo a los comentarios de afiliados de a pie y algunos consejeros, el resultado es unánime, insisto UNÁNIME, en opinión de todos, el contenido de ese Reglamento propone justo lo contrario de lo que predica nuestro Manifiesto, listas cerradas y bloquedas ... ¡Por favor! Parece como si alguien deseara perpetuar y reforzar un sistema de organización provisional y democráticamente legitimado pero, a la vez, poco democrático en su funcionamiento e insatisfactorio.
Digo insatisfactorio, porque no hablo de la satisfacción de unos pocos, los que ordenen y manden, sino que me refiero a la satisfacción de los que obedecen, los muchos que colocan las mesas, los que viajan para apoyar donde haga falta, los que piden firmas en sus pueblos y barrios, los que reparten publicidad electoral allá donde les manden y todo ello sin cobrar un euro y sin preguntar quién lo cobra, ni por qué, muchos que pese a la originarias promesas de transparencia, dicen no encontrarla a menudo y, ante cualquier petición de argumentos, reciben un prepotente "se ha decidido ...", los que observan o padecen que pequeños hombres y pequeñas mujeres se sientan legitimados para usar un gran e incontestable poder y respaldo para atacar a compañeros a través de su prestigio personal o de aquellos que más les duele. Para esos muchos, lo que alguien pretende perpetuar, es del todo insatisfactorio y, diga lo que diga, quién tenga el descaro de decirlo, no se corresponde para nada, con los puntos entresacados arriba del discurso de Rosa, nuestro discurso.
Para concluir esta entrada, una anécdota. Entre las llamadas de ayer —jamás había recibido tantas en el móvil o en el fijo—, un viejo amigo, conocedor de mis peripecias en el partido, me preguntó:
—Y Juan, ¿Qué necesidad tienes tú de aguantar a estos mindundis ingratos? (esas fueron sus palabras).
—La verdad -le contesté- es que continúo creyendo en esas ideas. Cada vez menos en esas personas, pero cada vez más en las ideas y de que son las únicas que merecen la pena. Este partido es de los que sí creemos en esas ideas, de los que, a pesar de todo, somos consecuentes con esas ideas, sin que quepa atajo alguno.