Historia de mi escalera o mi cuento de Navidad

Llevo varias noches durmiendo muy mal por el sueño-pesadilla que a continuación os relato, como terapia, a ver si así desaparece y puedo dormir tranquilo. La cosa es que últimamente he leído algún poema de Beltor Brecht, y algo de Buero Vallejo y de Dickens, ¿tendrá algo que ver esta lectura con mis pesadillas?

En mi escalera vivimos una variopinta fauna representativa de la actual sociedad española. Comencemos por los locales comerciales, Manuel Morcillo, tiene un pequeño bar en el que algunas mañanas desayuno, últimamente, a pesar que deja máquinas y caja registradora abiertas, le han entrado y destrozado el local tres veces, dice que ya no aguanta más, entre los destrozos y el poco negocio, está considerando traspasar el negocio y marcharse al pueblo; Manuel es tabernero, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

En el local de al lado, Eulalia Prendas también se encuentra al borde del cierre de su negocio de mercería y artículos de punto, en este caso no por la inseguridad ciudadana, aunque algún incidente ha tenido, sino porque literalmente no vende nada desde hace unos meses; Eulalia es comerciante, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

En el primero viven una familia de inmigrantes, demasiada gente en un mismo piso, Conozco a dos de los hombres, Héctor Andino y su hermano Nelson, trabajaban en la construcción y ahora están parados sin cobrar desempleo pues son ilegales, creo que la mujer de uno de ellos trabaja por horas en casa cercanas pero pocas veces consiguen suficiente para comer y pagar la hipoteca; los Andino son inmigrantes, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

Frente a los Andino, vive una pareja muy agradable, los Torrente, él era asalariado, es fontanero y muy bueno, nos echó una mano cuando tuvimos problemas con un escape de agua. Lo ha ganado bien hasta que llegó el parón de la construcción; ahora hace chapuzas donde puede y la mujer está buscando trabajo porque las necesidades de sus cuatro hijos, junto a la hipoteca, "comen más que un a lima basta"; los Torrentes son familia numerosa, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

Frente a mí vive una pareja de jubilados los Viejo, Raúl y Cristina, ella con un grave problema de dependencia, causado por el maldito Alzheimer. Me consta que cada mes lo tienen más difícil y sus hijos que viven lejos de aquí, no parecen estar muy sobrados de recursos para ayudarles. Los Viejo son jubilados, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

Sobre mi piso vive Joaquín Emprendedor un pequeño empresario que anda en estos días de banco en banco (aquellos que no hace tanto le ofrecían lo que quisiera, casi sin garantía alguna), pidiendo, implorando el descuenten algunos efectos de empresas solventes para mantener abierto su negocio que me aseguró, era viable pero no sin esa financiación, sin conseguir ayuda alguna. Últimamente las discusiones han aparecido en su vivienda, ayer me crucé con él en el ascensor, tenía los ojos húmedos, cara de rabia y no me atreví a preguntarle. Los Emprendedor son empresarios, como yo no lo soy, me da mucha pena, pero no me concierne.

Frente a los anteriores, la vivienda está vacía, fue subastada por impago de la hipoteca a la financiera de Don Emilio. Allí vivía un matrimonio encantador de jóvenes, los Esperanza, mileuristas ellos, a ninguno de los dos les renovaron sus contratos. Ella, Mirian, estaba embarazada y él, Mario, indignado, nos miraba a los ojos como pidiendo, exigiendo, que nos solidarizáramos con ellos, que impidiéramos el desahucio. Los Esperenza son mileuristas, como yo no lo soy, me da mucha pena, incluso rabia, pero no me concierne.

Arriba del todo, y en un dúplex con una gran terraza, vive Don Emilio Zapatines con su familia, hombre influyente, muy amigo de poderosos y políticos, banquero y constructor que especuló, hasta triplicar el precio del terreno en el que edificó, con su propia empresa, nuestro edificio que mediante otra empresa suya nos vendió a los que ahora lo habitamos, consiguiendo triplicar otra vez sus beneficios. Ni don Emilio, ni ninguno de los suyos saludan a nadie cuando nos cruzamos; actúan como si toda la casa fuera de su propiedad, para colmo de remate nos colocó la hipoteca con su financiera, con la misma que invirtió sus beneficios y los ahorros de otros conocidos suyos en uno de esos bancos de inversiones yankis que ha dado el petardazo. Los Zapatines son constructores, especuladores y financieros, como yo no lo soy, ...

Pues no, ahora, que por primera vez iba a ver pasar apuros a alguien que pienso que se lo merece y por su propia torpeza—, llega el administrador de la finca, colocado por Don Emilio, José Luis Zapatones y decide plantear ante la junta de propietarios que va a ser obligatorio realizar una derrama entre todos los propietarios para que Don Emilio pueda pagar sus deudas internacionales, insisto, fruto de su desmedida avaricia.

Zapatones, nos argumenta que es lo mejor para todos porque así, si continua siendo poderoso, avaricioso y especulador más tarde o más temprano, cuando pague sus especulativas deudas, tal vez decida volver a poner en circulación, para que, los demás, podamos generar riquezas y puestos de trabajo otra vez. Es más, como "inexplicablemente" en los últimos días suelen aparecer ralladuras sobre el flamante BMW de Don Emilio, éste ha exigido que paguemos entre todos la construcción de un parking en los terrenos del jardín comunitario para poder dejar a buen recaudo la "limousine" que ya ha encargado, si no queremos que nos denuncie a todos pues considera que alguno de nosotros debe ser el responsable de las ralladuras. Nadie discutió lo que el administrador Zapatones dijo.

Esta noche, he hecho un "apaño" en la antena colectiva y todas las viviendas del edificio van a ver, por narices, "El Acorazado Potemkin" de Sergei Mikhailovich Eisenstein, ... a ver si existe alguna reacción.

¿Me preguntan quién soy yo?

Por favor, permítanme que me presente, soy un hombre con posibles y de gusto refinado. He estado rondando por ahí durante años y años, robando el alma y la fe de muchos hombres. Estaba allí cuando Jesucristo tuvo su momento de duda y dolor, me aseguré ¡por los infiernos! que Pilatos se lavara las manos y sellara su destino.

Encantado de conocerles, espero que adivinen mi nombre pero lo que realmente os desconcierta es la naturaleza de mi juego.
Estuve justo en San Petersburgo, cuando vi que era el momento para un cambio, maté al Zar y a sus ministros, Anastasia gritó en vano. Conduje un tanque, con rango de general, cuando estalló la guerra relámpago y los cuerpos hedían ...

P.D. Tengo que reconocer que la labor de adormecimiento de conciencias y voluntades que encargué a mis políticos, la han cumplido perfectamente. Además, agradezco la inestimable colaboración en el texto de sus Satánicas Majestades, Mick Jagger y Keith Richards



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