¿La Justicia? ... Una putilla a disposición de las castas poderosas.



Un buen amigo de mi padre, me dijo hace años que para entrar en política con garantías de no ser lanzado por la ventana, existían varias condiciones que cumplir:

  1. A ser posible, aunque no estrictamente necesario, pertenecer a una familia de políticos o, al menos, de juristas o militares de prestigio, esto nos garantiza la nota alta.
  2. Importantísimo, afiliarse a una de los dos partidos nacionales con capacidad de gobernar o a alguno de los autonómicos con capacidad de gobierno en la comunidad, bisagra necesaria, o con acuerdo inequívoco con una de las dos grandes formaciones nacionales, aunque no necesariamente estable de por vida, pero no pasando de acuerdos con uno a acuerdos con el otro.
  3. Tener muy claro que, en política, las lealtades son ciegas y exclusivamente con las personas, nunca con los principios. Estos estás proscritos fuera del discurso cara a la sociedad.
  4. Por muchas lealtades políticas que se tengan –a los jefes, por supuesto–, será necesario proveerse de un amplio número de indicios y contundentes pruebas que nos permitan colocar un mullido asiento bajo nuestro personal culo. De lo contrario podemos pasar a formar parte de "esos prescindible y/o sacrificables segundones, siempre tan necesarios para que sean los que se carguen los marrones.
  5. Evidentemente, disponer de un mínimo "talento político". Esto es, capacidad para adular, medrar, intrigar, ciertas dotes de mando, organizativas. Y, por supuesto, tener los valores éticos y la capacidad de servicio a la sociedad de un paramecio, y poco más.
En aquellos momentos –tendría unos 30 años–, sus afirmaciones me hicieron sonreír. La cosa es que el paso del tiempo, me ha confirmado su certera definición. Lo malo es que él ya no esta para hacérselo saber; tampoco creo que le hubiera hecho falta.

Veamos, José Blanco (PSOE), Jaume Matas (PP), Yolanda Barcinas (UPN), el financiero Miguel Blesa (PP, sin militancia), son los ejemplos de esta casta "blindada" de políticos. Mientras, los advenedizos o colados de rondones en la política, por muy alto o "indispensables" que crean ser, terminan por pagar, más tarde o más temprano, su temeridad –Mario Conde (UCD y SCD)–, sus corruptelas, por mínimas que sean frente a las de los "blindados" –Jesús Gil (GIL), María Antonia Munar (UM)– o sus rebotes personales –José Mª Ruíz-Mateos (A RM)–.

Nuestro Tribunal Supremo, ha decidido que el hecho probado del cambio de criterio sobre una licencia de obra, anteriormente denegada por dos veces, tras la llamada de Pepiño al Alcalde correspondiente, no prueba el delito de tráfico de influencia, con lo que se carga dicho delito pues pocas veces existen pruebas tan contundentes de que la hay en este caso.

Respecto a Jaume Mata, "El Supremo no discute los hechos probados, pero sí la consideración delictiva que les atribuyó la Audiencia por lo que reduce la pena que había impuesto en primera instancia, que condenó a Matas a seis años de cárcel y nueve y medio de inhabilitación. En la primera sentencia, el juez consideró probado que Matas benefició de forma arbitraria con dinero público al periodista que escribía sus discursos, Antonio Alemany.

En el caso del articulista, que había sido condenado a 3 años y 9 meses de cárcel, el Tribunal Supremo reduce su pena a dos años, tres meses y un día de prisión. Considera que el periodista cometió delitos de prevaricación, malversación y falsedad documental.

En la sentencia la Audiencia Provincial consideraba probado que de 2003 a 2007 Matas concedió a Alemany, mediante un concurso pantalla, 200.000 euros por escribir sus discursos y asesorarle en materia informativa, al tiempo que influyó para beneficiarle con una subvención de 450.000 euros para crear una agencia de noticias.
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Y lo de Yolanda Barcinas, es un flagrante ejemplo del "aprovechando que el Tajo pasa por Toledo, no es culpable".


Sobre Miguel Blesa, únicamente comentar que fue en sus despacho de Caja Madrid, donde al parecer se calcularon los contenidos de los "sobres del PP" según sus responsabilidades.

Dudo que la exqusitez con la que se han tratado estos casos de "blindados", en el Tribunal Supremo, sea extensible a otras sentencias aplicadas a ciudadanos de a pie, en los que se dan por válidos indicios razonables.

Tras todo esto, leo que en Bulgaria, ante la corrupción galopante –¿España? No, Bulgaria–, la sociedad civil, más o menos organizada, pero de forma muy mayoritaria y de manera pacífica, se ha echado a la calle, llegando hasta impedir por unas horas la salida de los políticos del Parlamento. ¡Los cojones que otros no tenemos!

En fin que la Justicia en España, más que ciega, nos está saliendo con muy buena vista y demasiado putilla.



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