Al Faisán


Resulta que al "chico de Oro" que nos quieren colar como salvador del estropicio en el que nos ha metido Zapatero, todo el PSOE, "chico de Oro" incluido –en realidad casi máximo artífice–, se llama Rubalcaba.

Este individuo,  pretende un nuevo engaño a la sociedad española. Hacernos creer que él tiene las claves para solucionar la crisis que sufrimos, aumentada gracias a las decisiones de las que él participó.

De ser cierta su pretensión, como podrá evitar que pensemos que es tan desleal con los suyos y tan antipatriota con el resto de los españoles que conociendo las medidas que nos sacarían de este infierno, se las calla, hasta el momento en que él sea presidente del gobierno. Sería un tragedia aún mayor que los malos tiempos que nos tocan vivir que un ser tan despreciable, pudiera dirigir nuestra nación. 

No sé si tendrá la jeta de disimular diciendo, llegado el momento, que ha reflexionado y buscado y, finalmente, encontrado el catálogo de medidas que nos saque de la crisis. Esta es una instantánea de su búsqueda:

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Como inicio de su operación de marketing, ahora se esfuerza en que le llamemos Alfredo. La sabiduría ancestral nos deja joyas como "aunque la mona se vista de seda,..." Así que por mucho que pida que se le llame Alfredo, no lo haré. Entre otras cosas porque soy consciente de que ya algún conocido le llama Al Fredo, por aquello de Al Capone –que por cierto le cuadra como anillo al dedo–, acaso ignorando que al Fredo de "El Padrino" –mafia en estado puro–, se lo cargaron, por encargo de el Don, en una fría mañana de pesca lacustre.



Hete aquí que, por lo anterior,  me encuentro algo desorientado para completar la segunda parte del nombre, pero he decidido encauzar la búsqueda, recurriendo a su capacidad para manipular y desenvolverse en las cloacas extramuros de la legalidad, hurdir secretos y negados pactos con terroristas, miembros de la fiscalía y la judicatura, negar la verdad, esconder o negar pruebas, etc. Por el camino del terrorismo, creo haber encontrado la palabra perfecta para denominarlo ya que está indeleblemente unida a él: Faisán. Al Faisan. Por lo que podríamos verlo así:

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O así:

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A estas alturas de mi vida, que un cantamañanas intente tomarme el pelo, no es algo que me haga salir de mis casillas, a pesar de mi vehemencia. Sí lo haría, si por mi falta de atención, le permitiera conseguir su propósito. Y mucho más me cabrearía si ese el cantamañanas, fuera viejo conocido y ya tuviera en mi poder todas las razones para estar prevenido sobre sus mentiras continuas y su hacer –en mi opinión–, traidor, perjuro, torticero y sectario.

Así que, por mucho que me jure haber encontrado la piedra filosofal, aunque transforme plomo en oro, y en mi presencia, jamás conseguirá mi voto semejante personaje y espero contribuir a reducir, en lo posible, los votos que pueda obtener.


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