Este hombre, dijo la verdad


Exagerado, crispador, antipatriota fue llamado, Jaime Mayor Oreja, por los canallas que después han venido demostrando día a día que han sido, y son ellos, los indignos que no han mentido y traicionado a los españoles.

"Es que lo han hecho para conseguir la paz"
Dicen los defensores de tal indignidad. Un político y, menos un gobernante, no puede mentir a sus ciudadanos y, por supuesto, mucho menos chivarse a los terroristas de una operación que, no sólo capturaría a unos de sus principales "contactos", sino que habría evitado que llegaran a los terroristas millones para que compraran armas o explosivos con los que matar a parte de esos ciudadanos a los que han prometido, o jurado, proteger. Si esto no es digno de auténticos canallas y traidores, no sé qué hay que hacer para merecer tales calificativos.


Es más, de admitir como eximente que "como la intención –pretendidamente- es buena, queda justificado", Entramos de lleno en algo inadmisible jurídica ética y moralmente, pues nada tiene que ver con la "defensa prpia" pues lo que se ha hecho es defender a los asesinos para que no sea detenidos". El argumento es el mismo con el que algunos justificaron los crímenes del GAL "como la idea era matar a los asesinos que nos mataban a nosotros, ..." Aquí fueron tajantes los tribunales y esa es mi opción, la de los que defendemos el Estado de Derecho.






Va siendo hora de que los ciudadanos españoles no admitamos, "la razón de estado", la doble moral, el relativismo como justificación de las barrabasadas cometidas por derechas e izquierdas; los cajones perdidos de Garzón, los faisanes de Rubalcaba, las mentiras de Zapatero, las tragaderas de Conde Pumpido, las gilipolleces de Pajin, la caradura de Camp o Fabra, el doble juego de Patxi López, etc.


Pero todo los esputos lanzados desde el PSOE y sus palmeros no creo que igualen a la soledad provocada por sus propios compañeros. Aquellos cuyas tragaderas deben ejercitarse en el juego de abrirse y abrirse cada vez más ya que están dispuesto a recibir el puño del mamporrero, el pacto con quien sea, para sentarse en la poltrona del poder. Señalo a dos,
Rajoy y Basagoiti, pero hay muchos más.



Por ellos esta entrada pretendiendo rendir homenaje al hombre que –incluso con mi incredulidad, al principio– describió paso a paso una infame hoja de ruta que el tiempo se ha encargado de confirmar punto por punto. Creo que le debemos este reconocimiento.


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