Dios nos libre de semejante liberalismo



El pasado lunes 22/11/10, en el programa "El gato a agua" de Intereconomía, y al respecto de los costes de la crisis y los "pringadillos" que la pagarán, el abogado y tertuliano habitual (porque le oigo en diferentes medios), Javier Nar, criticó duramente a los bancos –los que deben de saber, y saben– de finanzas, que se han forrado ofreciendo ilógica y temerariamente, hipotecas del 125% hasta al "gorrilla" del Paseo Colón.

Estos bancos cuando han llegado las mal dadas, cual pobres vergonzantes, hacen las señas fulleras necesarias para que sea el Gobierno de turno quien dé un paso adelante y les "pida por favor" que le acepten dinero pagadero por todos los "pringadillos", como siempre. Eso sí, el interés, si existe, parece ser tan desconocido como los destinatarios y su cuantía final.
Aquí es importante decir que en EEUU, ya se ha sido devuelto, con parte de los respectivos intereses, casi la totalidad del dinero "prestado" por Obama a sus bancos, conociéndose los datos ocultados en España.

Según se nos contó, por el gobierno Zapatero –pero no nos engañemos, estando la banca por en medio, Rajoy haría lo mismo– este dinero estaba destinado a financiar créditos para relanzar la economía y el empleo en las empresas españolas (pequeñas, medianas y grandes). Finalmente estos bancos lo han destinado a tapar sus propios agujeros y a comprar deuda del Estado al 1,9% o más (Cataluña paga el 4,75%), con lo que estos –¿les llamaría "patriotas", Zapatero?– "tiburones financieros" hacen su agosto, simplemente volviéndole a prestar al Estado, el dinero que el Estado les había prestado previamente. Todo ello, como no podía ser de otra forma, a costa de todos nosotros, los "pringadillos".

Por supuesto que Nar, no dejó de señalar la gravísima responsabilidad de los golfos gobernantes (Zapatero, en este caso), que piensan que con poner cara de gilipollas –algunos ya nacieron con ella–, nos vamos a creer que no se habían dado cuenta de que era a "eso", y no a las Pymes, a lo que iban a destinar nuestro dinero estos tiburones.

Asumo que en lo expuesto y dicho hasta ahora, pueda tener que admitir determinados matices e incluso correcciones, pero lo que me pareció realmente indecente y escandaloso fue el no argumento con pretensión de infalibilidad –así, como cuando el Papa habla ex cáthedra–, con el que intentó rebatirle la periodista económica con aureola liberal, atribuida por muchos que se definen como tales, Carmen Tomás. Ignoro si su motivación es éticamente independiente o crematísticamente interesada –a pesar que el resultado social sería el mismo, espero que sea la primera– pero su respuesta fue pasar de responsabilizar a los bancos, afirmando que los únicos culpables, y al 100% de eso, eran los políticos.




No voy a ser tan ingenuo y suicida como para negar la cuota parte de responsabilidad de los políticos, la partitocracia, pero admitir el retorcido y falso argumento de la Tomás, sería como si ante un asalto a tu casa por parte de un conocido delincuente, nos fuéramos a la Casa Cuartel de la Guardia Civil a denunciar, no al delincuente, sino al cabo de la Guardia Civil.

Ejemplo que, a buen seguro, será tachado de inadecuado por algunos pero que considero del todo válido. Ambas situaciones, no deja de consistir en lo mismo, en que el agredido, el timado, el expoliado, deriva ilógicamente la responsabilidad del hecho desde el delincuente, el tiburón, el especulador, aún sabiendo quien es y donde vive, hacia los representantes de un Estado que ciertamente tiene el compromiso y la responsabilidad de preservarle su seguridad e integridad física y, por tanto, no podrá eludir su cuota parte de responsabilidad. Pero, según esta línea de pensamiento ¿liberal?, lo que me parece inaceptable es que equivalga a pedir que al que te agrede –porque le han dejado–, al que te exprime o estafa –porque también le han dejado–, deberemos rendirle pleitesía y gritarle "¡Olé tus cojones!" Pues no.

No importa que para llegar a esta situación los tiburones se hayan preocupado de poder coger por las pelotas a los partidos y a sus políticos y que incluso
hayan movido sus hilos de poder para arriconar a aquel político, si lo hubiere, que pensaran que no les sería favorable o cuya voluntad no estuviera en venta.

Yo, la verdad, es que me he rebotado cuando amigos de derechas generalizan metiendo a toda persona no de derecha, salvo a los nazionalistas y terroristas en el mismo zurrón, como si lo que barrunta un comunista, tuviera que ver algo con lo que piensa un socialdemócrata. El caso es que a eso podríamos jugar todos. Sin embargo me gustaría creer en que hay gente de derechas, se llamen de derechas o liberales, sensibles a lo denunciado por Javier Nar que no respondan a esa línea de pensamiento defendida por Carmen Tomás que podemos resumir en:

Si eres tan inteligente como para encontrar los resquicios legales que te permitan adueñarte de lo que es de otros, independientemente del daño causado a tus semejantes, y sin que te puedan condenar por ello, no mereces el rechazo social de todos los ciudadanos y que nadie, absolutamente nadie, te dé la oportunidad de prosperar, negociar o sentirte parte de esa sociedad, ¡Qué va! deberían hacerte un monumento con cargo a los bienes de tus damnificados, si les dejaste algo, y te dedicarían odas laudatorias.

Pues, en mi opinión, esa línea de pensamiento tiene mucho más de usura y carroñerismo social que de lo que tengo por ideología liberal. Puede que esté totalmente equivocado, pero no puedo encontrar liberalismo donde la ética, más que un referente es un estorbo, donde la buena fe es una garantía de que te timarán o donde el resto de la humanidad se computa en términos de oportunidad de negocios o "pelotazos".

Si eso fuera el liberalismo real, se lo pueden comer con patatas los "liberales" que lo defiendan. Lo único que me relacionaría con él, es que estaría siempre opniéndome a él.

Tengo la esperanza de que eso sea una variante "ultra" de liberalismo de aquellos que están a la que cae para expoliarnos, escondiéndose tras ese señor llamado Libre Mercado, pero como siempre me han dicho que la Tomás, con la que no siempre discrepo, es muy liberal, ...

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2 comentarios:

CIUDADANOS POR LA LIBERTAD | 25 de noviembre de 2010, 8:32

20101125 – Juan, el liberalismo económico ya sabemos que no tiene nada que ver con el liberalismo político.
El problema es que mucha gente que no tiene ni zorra idea sobre politología, opina y se auto-califica política y alegremente de lo que le parece más CHIC en cada momento.

Con el concepto liberalismo, pasa como con el concepto democracia, que los que no saben de que están hablando los utilizan como mejor les parece o simplemente como les da la gana.

Está claro que muchos tertulianos de estas cadenas de televisión o radio opinan de oído o por pura intuición, pero no por que realmente sean expertos en las materias que tratan.
Yo estoy seguro que muchos ciudadanos anónimos, que se lean diariamente un montón de prensa y tengan un poco de sentido común, podrían opinar con mejor criterio o conocimiento de causa que muchos de estos OPINADORES profesionales.

Juan Espino | 25 de noviembre de 2010, 23:23

Tocayo, lo malo del asunto es que esta señora no es una mindundi cualquiera, siendo una habitual de una de las televisiones de referencia para muchos de los amigos liberales, Intereconomía, y creo que también en Libertad Digital TV.

Y lo que es peor, al igual que desde mí y otros compañeros de herejía provenientes de la izquierda moderada, por ejemplo Luis Bouza, no tenemos problema alguno en criticar actitudes indefendibles, por muy de la izquierda que venga, no ocurre lo mismo desde los compañeros que participan de la sensibilidad de derecha o liberal moderada, como si por la derecha no existieran excesos indefendibles, como el que critico.

Pensar en la superioridad moral de la izquierda es directamente una gran estupidez, pero pensar que esa superioridad está del lado liberal o de derecha, es una cretinez, porque la superioridad moral, de existir y poderse valorar, no depende de tal o cual ideología, que a casi todas las podemos colocar unos lazos preciosos, sino del comportamiento personal coherente, o no, y firmemente ético, o no, de quienes dicen defenderlas.