Tras el Consejo (I)


Bueno, ha pasado el tiempo suficiente para decantar tristezas, contrariedades, cabreos (pocos), alguna que otra depresión matutina (más de las que hubiera deseado), sentimientos y estados personales que en nada ayudan a tener el ánimo, lo suficientemente sereno, para la toma de decisiones y expresar lo que uno lleva en el corazón y en la cabeza siendo leal a las ideas, positivo, y respetuoso, cuando menos, con las personas, incluso cuando éstas no lo hayan sido contigo. Antes de seguir, creo imprescindible manifestar que asumo que la derrota de mis enmiendas al borrador del Reglamento del Congreso, fue clara y democrática. Doy por tanto mi enhorabuena a los ponentes y mi pesar a la afiliación por las consecuencias de nuestra decisión.


Según se nos aconsejó —por decirlo de una forma suave— en el Consejo Político del pasado 29 de marzo, al parecer, tras una derrota tal, se debería abandonar el partido. No voy a negar que en estos días, he barajado muy seriamente la posibilidad de marcharme, y sé que de haberlo hecho, habría acompañado a algunos cuantos que así lo han decidido. Supongo que en los próximos días todo lo sucedido tendrá su reflejo en las altas y bajas del partido que, por supuesto, desconoceremos los simples mortales. Este partido da muestras de no estar muy fuerte en eso de las cifras cuando los casi nueve mil afiliados de hace no tanto, se convierten en menos de cinco mil hace unos días, quizás sea exceso de "cualificados" letrados y filósofos y falta de "gente de números".


Bastantes amigos me dijeron que marcharse no era la solución, que lo importante, me recordaban, eran las ideas (el Manifiesto), muy por encima de las personas. Efectivamente, esa frase es parte de mi habitual repertorio, y analizándola, me di cuenta de que lejos de ser verdaderamente descriptiva, estaba coja pues le faltaba contemplar un aspecto no menos importante que las ideas y las personas. Como todo proyecto humano, junto a fines y personas deberíamos considerar los medios. En los fines, la política, así lo dijo Rosa, nadie discrepa en los fines, no hay diferencia política alguna. Por otra parte, las personas, en ningún caso pueden estar por encima del proyecto, tampoco éste puede pasar por encima de aquellas como una apisonadora. Por ello, UPyD es un proyecto transversal en el que todos coincidimos en determinados fines, nadie es imprescindible pero todos somos necesarios. Las únicas diferencias insalvables serían las políticas, que no coincidiéramos en los fines. Así que si las diferencias se reducen a los métodos, qué conversión a lo San Pablo, justifica la, al parecer, irreconciliable e insalvable diferencia entre
esto:
"... listas abiertas en las generales y en las elecciones internas"
(2007)

y esto:

"... en un partido que organice un congreso con el reglamento que proponen (listas abiertas), yo no militaría."
(2009)

Al menos por no dejar perpleja a parte de la afiliación, alguien debería explicar por qué los mismos principios que tan ardorosamente se defendían en 2007, pocos meses después, en marzo de 2009 harían imposible la militancia en UPyD. Cuesta creerlo.


Así que finalmente, no me dejé llevar por el primer impulso y, uniendo a la opinión de mis amigos, la certeza de que soy plenamente congruente con el Manifiesto Fundacional y acato los Estatutos vigentes, la corroboración documentada de que esto es así y, finalmente, el valiente ejemplo de cómo reaccionó nuestra líder tras una sonora, honrosa y aún más abultada derrota en el Congreso Federal del PSOE del año 2000, permaneciendo en el PSOE y tratando de transmitir sus ideas a los compañeros, he decidido que estoy aquí para quedarme.


Me voy a quedar, no para fastidiar a alguien, cosa que no deseo que ocurra pero si, a pesar de todo, mi decisión fastidia a alguien, como se dice en mi tierra, agua y ajo. Ya que sólo he hecho, y hago, uso de mis derechos como afiliado, acatando lo que, en legalidad se decida, incluso cuando no lo comparta, y criticando respetuosamente, lo que considere oportuno.

Me voy a quedar para hacer llegar mi opinión a todos los afiliados que deseen oírla. Explicarles por qué, en mi opinión es mejor una forma de organización que otra, y hasta poder defender — si soy elegido y esta vez ante los delgados de la afiliación elegidos democráticamente por presentación personal—, el tipo de organización interna que, como otros afiliados, entiendo es la que emana de nuestro Manifiesto Fundacional y de los Estatutos vigentes y como tal fue defendida, no hace tanto, por nuestros líderes.

Si ha existido un punto de inflexión al respecto —lo que antes era lo correcto, ahora es abominable—, éste habría que situarlo con posterioridad al pasado 9 de marzo de 2008. Hecho preocupante, sobre todo si se observa que aquello que en los Estatutos actuales se presenta como sistema de organización "provisional", ahora,
se instaura como definitiva en el borrador de Reglamento y condicionando la ponencia de Estatutos que será realizada por el mismo órgano y que a su vez será el que decida las enmiendas que se admitan a trámite con un peculiar sistema de filtrado:
  • Art. 6.- Las enmiendas serán evaluadas por el Consejo de Dirección, que podrá designar para ésta tarea una Comisión de Enmiendas, y procederá a rechazar aquellas que resulten incoherentes con el objetivo de las ponencias y/o resulten palmariamente incongruentes con el Manifiesto Fundacional del partido.
Mientras los vigentes Estatutos dicen:
  • Art. 11.6 - La modificación de los fines y programa básico del partido recogidos en estos Estatutos exigirá una redacción alternativa, firmada y presentada con la debida antelación, y su aprobación requerirá una mayoría cualificada formada por los votos positivos y secretos de, al menos, el 60% de los delegados elegidos.
Esto es, que mientras los Estatutos vigentes, que continuarán siéndolo durante el Congreso y hasta que se aprueben unos nuevos, contemplan la posible modificación por la Asamblea, en cualquier caso soberana, del máximo documento legal de UPyD, sus Estatutos (no olvidemos que el Manifiesto es una declaración de principio, no un documento legal). Ahora, desde el Reglamento, norma de menor rango que los Estatutos, se restringe fuertemente tal derecho, cabría preguntarse si contrariamente a lo prescrito por las leyes vigentes, eliminando la posibilidad de enmendar el contenido de las ponencias, bajo el, en todo caso, subjetivo criterio de la incongruencia de la enmienda con los "objetivo" de las ponencias (parece fuera de toda discusión que dichos "objetivos" deberán ser publicados junto con cada ponencia).

Visto lo dicho, de no someterse
el Reglamento a la aprobación previa, dando la opción para su modificación, por la Asamblea, cabría cuestionarse si no se estaría hurtando a la Asamblea el carácter inequívocamente soberano que la actual Ley de Partidos le otorga. Además de la consabida norma legal que una norma de rango inferior, no puede enmendar otra de rango superior y, en mi no "cualificada" opinión (no soy ni letrado ni filósofo), eso es lo que ocurre. No obstante, al respecto, y como no podía ser de otra forma, estoy abierto a aceptar y hacer mías, opiniones contrarias que razonadamente me convenzan de lo contrario.

Lo digo ahora, porque ha sido ahora cuando he reflexionado sobre ello y por avisar de lo que, de tener razón, pudiera ser causa de una posterior impugnación del Congreso y sus resoluciones. Que nadie vea mano negra alguna.


De momento y por no demorar más una respuesta prometida a otros compañeros, lo dejo aquí, pero continuará ...



Aviso al navegante: como ya nos vamos conociendo, tengo copia de pantalla del vídeo completo "sin capar", realizada con cámara digital; baja calidad de imagen, pero audio perfecto, ... Ya me entiendes.

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2 comentarios:

BARBALTA | 5 de abril de 2009, 9:54

Me parece que no deberia dimitir sino continuar expresando su opinion libremente guste o no guste ahi muchos afiliados que pensamos igual y debe esperar al resultado final del congreso , se imagina que la gente no estuviera a favor del reglamento y lo expresara con su voto a los delegados , creo que simplemente deben dar a conocer su posicion entre los afiliados...

pinocho | 5 de abril de 2009, 18:39

Hace muchos meses he advertido que estamos en manos de personas que nos han utilizado con la ilusión de crear un partido autentica mente democrático con un proyecto que además de no ser de “ellos”, no creen en él. He de confesar también que el Consejo Político me recordaba al de las Cortes Franquistas cuyos componentes iban como los nuestros a cubrir el expediente aunque me sorprendía enormemente que en un partido que aglutinó a muchos demócratas verdaderos , tuviese un Consejo tan blando o sumiso. ¿ Es posible que no haya un número suficiente de Consejeros que no vean lo que ocurre y acepten una gestión tan intervencionista como la que tenemos ?; ¿ es posible que no haya un grupo de Consejeros dispuestos a dar la cara por un proyecto que nos lo están fagocitando ?; ¿ es posible que haya un control tan férreo del partido que los consejeros actuales salvo los conocidos que sacrifican los valores por un supuesto cargo en el partido ?.
Me gustaría pensar que dentro del Consejo hay personas dispuestas a defender el proyecto que nos ha reunido aquí y que no se parece en nada con el que están diseñando los que se consideran propietarios del partido.