¡Que gran oportunidad perdida para haber abierto el camino de la Regeneración!





Lamentablemente, este ya penúltimo Borbón, confirma con su discurso de despedida, demostrando que la regeneración de la democracia española, no estaba en sus prioridades; ni una sóla vez la pronunció en su mensaje de adiós. Y esa es mi mayor alegría por su marcha, la esperanza de que el próximo, su hijo, le conceda a la regeneración, la importancia capital, que tal concepto posee para enderezar definitivamente España, y apueste claramente por ella.

Habrá que esperar a su discurso de proclamación, a ver si se atreve a introducir el concepto y la palabra "REGENERACIÓN" en él. Invitar a todos los partidos, especialmente a los grandes, tan en precario, o más, que el saliente Monarca, a tomar el sacrifico –porque para ellos lo será– de abordar gallardamente, la regeneración del Sistema que ellos mismos pusieron tanto empeño en pervertir.

Qué buen servicio hubiera prestado Juan Carlos I a España, si no hubiera desdeñado el claro paralelismo de su abdicación, que no es otra cosa que regenerar una Monarquía que ya comenzaba a desprender cierto hedor, con el urgentemente necesario de la vida política, judicial, sindical, empresarias, financiera y social de España. Haberles invitado públicamente a facilitar una mayor participación directa de los españoles en la política; a hacer que el principio constitucional de la más exquisita separación de poderes, sea un hecho real y constatable; a concebir la política como un servicio al enriquecimiento de España y a todos los españoles, no para sí y sus allegados; a democratizar eficazmente la gestión y toma de decisiones en los partidos; en fin, ha convertir la situación actual en una mejor y mayor democracia, ejemplo para otros países.

Tuvo su oportunidad el Rey Juan Carlos, no la aprovechó suficientemente, ni abrió las vías en su despedida. Por eso será recordado como Juan Carlos I, el Campachano, y lo siento. Nos queda la esperanza de que su heredero Felipe VI –creo–, más joven y, esperemos, que más conocedor de la realidad y las demandas de sus ciudadanos –las justificadísimas y las que no lo son– sepa poner en primer plano, a los políticos, cuál debe ser su prioridad, junto con poner las bases para la creación de empleo, y por tanto, la recuperación económica: La regeneración de la sociedad española, comenzando por la política, que si ésta no sirve de guía, mal final tendremos. Así sentaría las bases para ser recordado como Felipe VI, el Regenerador.

¿Que soy un ingenuo? Quizás, pero al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde.







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